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El lado oscuro del e-commerce y acciones para combatirlo

POIN OF VIEW

Las compras por internet no dejan de aumentar cada año. Tan sólo en México, mientras que en el 2017 sólo 7% de las personas recurrían al comercio electrónico, en el 2018 la cifra aumentó a 38%, según la Asociación Mexicana de Venta Online (AMVO). Y esto no significaba un gran problema, pues el comercio electrónico solía contaminar en la misma medida que el comercio tradicional.

 

Sin embargo, esto ha cambiado, ya que a medida que nos vamos acostumbrando al comercio electrónico y este empieza a ofrecer comodidades y mejoras, los tiempos de entrega son la cuestión que marca la diferencia. Se vuelven una propuesta de valor para las empresas, pero al mismo tiempo, el costo medioambiental de esta aparente ventaja competitiva es preocupante.

Cuando compramos en tiendas online, normalmente preferimos el envío más rápido; sobre todo si éste es gratis. Sin embargo, todas nuestras compras tienen una contaminación asociada.

Con un envío estándar, las tiendas intentan agrupar el máximo número de productos en el menor número de paquetes posible, así como llenar los camiones y furgonetas al máximo. Con el envío rápido esto cambia, ya que hay furgonetas de reparto algo más vacías, o aumenta el número de entregas de un sólo pedido al entregarlos conforme vayan estando disponibles.

Aumenta el número de viajes que dan las furgonetas y las emisiones de CO2. Y mientras un envío nacional se hace normalmente por camiones y furgonetas, si viene de otro país es casi seguro que habrá aviones involucrados.

Otra de las razones que vuelve a los envíos rápidos una opción tan dañina para el medio ambiente, son las devoluciones. Algunas empresas cuentan con la política de devolución gratuita, otro ejemplo de factor  disfrazado de ventaja competitiva.

La consultora KPMG señala que alrededor de un 25% de los productos o servicios comprados online se devuelven (lo que incluye, por ejemplo, reservas de hotel o avión), porcentaje que se eleva a más del 30% si se trata de ropa. Esto obliga a hacer viajes adicionales para recoger pedidos y hacerlos viajar cientos o miles de kilómetros extra.

Además, hay que considerar que muchos de los productos que son devueltos no vuelven a ser puestos en venta por el minorista. Algunos terminan en tiendas de descuento y otros tan sólo son desechos. Así mismo, algunas compañías reintentan los envíos hasta tres veces, si el comprador no se encuentra en casa.

Finalmente, está la cuestión de los desechos. Se trata de cajas y residuos generados del empaquetado de los productos, el cual es mucho menor en tiendas físicas que en pedidos por Internet. Emine Saner, en su artículo Delivery disaster: the hidden environmental cost of your online shopping, explica que “casi un tercio de los desechos sólidos en los Estados Unidos provienen del empaque del comercio electrónico”.

En muchas ocasiones, en lugar de concentrar las compras en un embalaje, estas se separan en múltiples paquetes y así, las cosas van saliendo cuando están disponibles, para no retrasar a los demás productos, por lo que se acaba utilizando más cartón y generando más residuos plásticos.

Las empresas de logística han tratado de combatir los problemas ambientales que causan en el planeta. Sin embargo, las medidas que toman muchas veces parecen ser insuficientes.

Analicemos el caso de Amazon: Luis Meyer en su artículo ‘Amazon suspende energías renovables para la plataforma Ethic’, menciona que el objetivo a corto plazo de Amazon es [“innovar para reducir el gasto en materiales para proteger, empaquetar y enviar los productos; reducir los costos de operaciones usando más materiales reciclados; incrementar la densidad de los paquetes que mandamos”].

A primera vista, estas medidas, aunadas a las grandes inversiones que la compañía hace en actividades de sostenibilidad y proyectos de energía renovable, parecen ser un remedio adecuado para contrarrestar el impacto ambiental que ocasionan sus actividades. Pero, ¿realmente lo son? Las cifras indican lo contrario, pues durante el pasado Prime Day, Amazon envío, más de 250 millones de artículos en todo el mundo.

También debemos considerar que no sólo se trata de las emisiones de CO2 que genera cada envío, si no también del embalaje que suponen dichas compras. Y si además revisamos los datos de devoluciones de la compañía, cuyas políticas han sido modificadas y al menos en USA, ya no se requiere de una explicación por parte del comprador, las cifras se vuelven estratosféricas. Amazon no podrá implementar políticas sustentables que realmente hagan la diferencia, hasta que no anteponga las necesidades del planeta, por encima del aumento del precio de sus acciones.

Comprar online puede ser responsable y respetuoso con el medio ambiente, siempre y cuando, se cuiden las acciones de los consumidores y los distribuidores. Es importante que nosotros, los consumidores, analicemos el impacto que tienen nuestros hábitos de consumo en el medio ambiente y tomemos acciones responsables.

Por ejemplo, podemos evitar pedir artículos por separado, así como los envíos rápidos. Podemos procurar solicitar nuestro pedido en conjunto con varios amigos y compartir la cultura de la prevención ecológica que es tan necesaria.

En el caso de las empresas de logística, deberán destinar recursos al análisis de estos efectos e implementar estrategias de logística más amigables con el planeta. No obstante, para que las empresas realmente pongan manos a la obra y se olviden por un momento de las utilidades del final del año, para comenzar a pensar en el medio ambiente, es necesario que los consumidores seamos consientes primero, pues tenemos el poder de moldear el mercado.

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